El trapo rojo

Marcos González Pérez, Historiador.

margonza1marcos@gmail.com

Abril de 2020, Bogotá.

Mientras transcurre el periodo de la cuarentena nacional, decretada por el gobierno central (marzo y abril 2020) buscando que con el encierro de las personas el contagio del virus covid19 y la infraestructura sanitaria, puedan supuestamente tener mayor control, se observa en varias zonas del territorio nacional la exhibición de trapos rojos en casas, apartamentos, casuchas y remedos de viviendas, indicando que las familias que las habitan necesitan ayudas gubernamentales o, es de imaginar, de cualquier proveniencia para poder subsistir. Versiones encontradas dicen que surgió de una propuesta de gobierno en la localidad de Soacha buscando que vecinos se ayudarán unos a otros, mientras que otra versión da cuenta que fue una propuesta ciudadana originada en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá. Lo cierto es que rápidamente se propago a otras localidades y a otras ciudades.

Foto: Mariana Elorza Chávez. Abril, 2020. Bogotá.

Paralelamente hemos visto que sectores de moradores en Bogotá, Medellín, Santa Marta, Santander, La Guajira y Sincelejo ((El Tiempo, 16 de abril de 2020) se han tomado calles de sus barrios para protestar por la falta de ayudas de los gobiernos central y regional. En Bogotá, moradores de localidades como Ciudad Bolívar, Rafael Uribe, Suba, Usme, Bosa y Kennedy, han bloqueado vías y en algunos casos se han enfrentado con la policía que, como es costumbre, disuelve las manifestaciones con gases. De igual manera, se han escuchado los famosos cacerolazos en varias ciudades, en Cartagena apoyando a su alcalde por controversias con el Concejo Municipal y en otros lugares reclamando ayudas.

Foto: Barrio Tocaimita, Localidad de Usme, Bogotá, Propiedad de Fundación Antífona

Este fenómeno ha convertido el trapo rojo en un símbolo de otra forma de protesta tal como lo afirma un líder comunal de Usme quién manifiesta que por la falta de ayudas “casi toda la localidad tiene trapos rojos en las ventanas de sus casas”. (El Tiempo).

Es evidente que el trapo rojo y la cacerola son los símbolos que sirven hoy como instrumentos de comunicación en una clara aplicación de que lo iconográfico toma su papel de trasmisor, una característica del lenguaje, y que cada grupo social busca construir imágenes para expresarse.

Así pues, el trapo rojo no solo simboliza pedir ayuda sino que ha variado con la protesta y ya significa hambre.

Pero la bandera roja, trapo rojo, jirón rojo, tiene una historia

1.- De acuerdo con el historiador Bronislaw Baczko (Los Imaginarios Sociales, Nueva Visión, Buenos Aires, 1979, p. 15), la necesidad del movimiento obrero, en el siglo XIX, de buscar símbolos de representación orientó la búsqueda de una bandera que los identificara. Buscar un color propio, que los diferenciara de los Estados Nacionales, se hizo por parte de los obreros, según Baczko, a tientas y con dudas entre el rojo, el negro, el arco iris y el azul. Inicialmente la bandera roja identificaba en Francia la instalación de un estado de emergencia contra los tumultos y la anarquía, pero con la decisión de los obreros de apropiarse de este color le dan un significado diferente. El simbolismo ahora tiene que ver ahora con el trapo empapado de la sangre derramada por los obreros en sus luchas y por lo tanto el rojo sirve de pregón. En Colombia la bandera roja del proletariado acompañaba, desde los años 20 del siglo XX, la celebración de los primeros de mayo, como día de los trabajadores.

2.- En los años 20 del siglo XX, en Colombia, surge el Partido Socialista Revolucionario que contaba entre sus filas a la dirigente María Cano, elegida por los obreros de Medellín en 1925 como la Flor Revolucionaria del Trabajo, quién ondeaba en sus proclamas la bandera roja como símbolo de las luchas sindicales. En el II Congreso Nacional Socialista realizado en 1920 se acordó, entre otros asuntos, que “La enseña del Partido Socialista será una bandera roja con un triángulo en el centro, hecho con el tricolor nacional. Dentro del triángulo los tres ochos bordados y las siguientes inscripciones: Estudio, Trabajo y Descanso. correspondientes a cada uno de los ochos. El rojo de la bandera es emblema de combate; el tricolor, patriotismo, y las inscripciones anteriores significan que el socialismo reconoce para los individuos, ocho horas para el estudio, ocho para el trabajo y ocho para el descanso. En los vértices del ángulo irá el lema del partido: Libertad, Igualdad y Fraternidad”. (Periódico La Ola Roja, Popayán, julio 23 de 1920. Capítulo 2º, Artículo 17).

En esos años impulsaron el ritual de prestar juramento a su bandera, “el jirón rojo, emblema de nuestra lucha” en el marco de lo que denominaba el “evangelio social” lo que provocó una fuerte disputa con los gobernantes nacionales quienes consideraban estos ritos como una profanación a la bandera tricolor, el emblema nacional. (Ver: González Pérez, Marcos. Fiestas de Nación en Colombia. Academia Colombiana de Historia, 2019).

Después de la disolución del Partido Socialista aparece en los años 30 del siglo XX el Partido Comunista Colombiano que toma como emblema la bandera roja con el símbolo de una hoz y un martillo.

3.- En el año 2011, el Partido Liberal Colombiano, fundado en 1848, aprueba sus estatutos y en el Capítulo I, artículo 2º, determina como su distintivo el color rojo “como interpretación del amor, la fraternidad y la tolerancia, y su emblema se acompañara con su símbolo que es la L y el de la Internacional socialista, a la cual se encuentra afiliado”. (Estatutos Partido Liberal Colombiano. PDF, archivo protegido).

4.- El trapo rojo también ha estado relacionado con otras esferas: en lo festivo, por ejemplo, con el pañuelo rabo de gallo que se usa en los trajes de los hombres que danzan el sanjuanero en las fiestas de San Juan y san Pedro en zonas como el Tolima, Huila y Caquetá. El pañuelo era parte de la vestimenta de campesinos de estas regiones. En los deportes el rojo es distintivo de varios equipos profesionales de fútbol en Colombia y han popularizado el grito: “Dale Rojo Dale”. Varios movimientos políticos surgidos en el siglo XX han tomado esta bandera roja y le agregan un distintivo especial para identificarse con sus ideologías de origen, caso Partido Comunista con la hoz y el martillo de tendencia soviética o el Moir, con su bandera roja y una estrella amarilla de tendencia Maoista. Las carnicerías o “famas” como se les llama comúnmente identifican su lugar como espacio de venta de carne, inicialmente, de vacunos, con un trapo rojo. La fama era una de las carnicerías más importantes de Bogotá en el siglo XIX, de ahí que este nombre se propagara para este tipo de lugar comercial.

Así pues, el trapo rojo ha estado ligado a la historia de la nación colombiana por sus múltiples significados, y hoy puede resurgir como el emblema de los reclamos sociales, toda vez que ya en las calles las masas están agitando el chiro rojo bajo la consigna: “Mejor morirnos de coronarivus que de hambre”.

Faro de colores

Paralelo a ello empieza a emerger un faro de colores bien interesante: el púrpura o el negro como distintivo de violencia intrafamiliar especialmente por la violencia contras las mujeres, en esta época de cuarentena, que ha obligado a las autoridades a abrir una línea de teléfono (122) especial para denunciar estos horrores, denominada justamente línea púrpura. El negro, en el mismo sentido y ya difundido en las redes sociales. Un trapo negro es sinónimo de que en el lugar donde se coloca hay violencia de género o algunas tímidas mujeres dejan ver en sus cuellos una cinta o cordón de color negro, como pidiendo auxilio. El Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses reveló que entre los meses de enero y marzo de 2020, se registraron en el país 15.440 hechos de violencia intrafamiliar en Colombia. 

El azul, como distintivo para saber que en determinado lugar hay problemas de salud. Ya utilizado bajo el slogan: manos pintadas de azul, por una empresa prestadora de salud como parte de una campaña en favor de personas en riesgos vulnerables y sin protección en riesgos de salud. Debería ser el color de las protestas de los trabajadores de la salud que tienen que manifestarse por el derecho a la vida y a que los doten de materiales apropiados para sus labores, así como a que no los maltraten por ser considerados portadores del virus. Llevan varios muertos en su gremio y sectores de la población rechazan su cercanía en un acto máximo de intolerancia. Resultaron victimarios y no víctimas, como es su realidad cotidiana. No obstante un sector de la población aplaude su existencia y coraje y apoya sus justas protestas.

En Italia, se observan niños en las ventanas con banderitas arcoíris, significando esperanza.

Así pues un elemento tan importante en lo festivo como El Color se direcciona socialmente para identificar situaciones propias de la crisis creada por el virus que ataca la humanidad en este siglo XXI, que con esta catástrofe pareciera marcar su conteo como año Uno, dado que puede crear una ruptura de tiempo signada por otras formas de relación con la naturaleza, con el otro y consigo mismo. Vale la pena recordar a Eric Hobsbawm, el historiador, quién afirmaba respecto del siglo XX. “La infinita variedad de la especie humana y la rapidez con la que han cambiado en el transcurso del siglo XX hacen verdaderamente difícil elegir un símbolo de la gente corriente. Y sin embargo, repito, si me veo en la necesidad de elegir uno escojo a una madre con sus hijos” (Eric Hobsbawm, Entrevista sobre el siglo XXI, Crítica, Barcelona, 200, p. 212).

Con la política de considerar que los adultos mayores son “desechables”, detestados como estorbos para la vida de los demás, en el marco de la pandemia que nos azota, el símbolo humano que sobresale sería una foto de nietos.

Aunque según José Saramago: “sabremos cada vez menos qué es un ser humano” (Tomado del Libro de las Previsiones. José Saramago en Las intermitencias de la muerte, Penguin Random House, Bogotá, 2015).